Me elevo y me erosiono

Me elevo y me erosiono
como una esfera roja y profunda
que aspira el cosmos y se dilata
y gime y te espera
en la escalera eterna de tu nombre
que es sonrisa y transparencia
Fernanda...
de piel naranja

de almidonadas caricias
de sábanas aguerridas
de manos seductoras
de canciones que suenan alto
en volúmenes milimétricos y profundos que hablan idiomas nocturnos
que suenan como campanas, como grillitos a media noche y a media cama
que corrigen mi sueño y mi andar amoroso:
las plumas con las que te alcanzo en pleno vuelo nupcial y te entretejo
las mismas plumas con la que te escribo y te cobijo
Fernanda...
porque tú eres la fábula y el verso
la doble palabra de una mujer desnuda
que me promete una segunda noche
igual
como se ofrece una segunda taza de café
que no es otra cosa que la permanencia
la insólita forma de crecer
de agarrarse un muslo, un seno
la perfecta forma de hallarse en el otro
como en casa
como en el alquilado espacio donde se habita
esta noche potosina en que te pienso y te alcanzo
en un instante
y te regalo unas palabras que son mi sustento
y tu azar y tu memoria
porque sin ti, sin tus labios
sin los alaridos de tus roces
la noche, las estrellas
no serían mas que un invisible y milenario manto sin sentido

Acá están las calles desnudas

Acá están las calles desnudas
—todas las piedras son signos—
de lo que hablamos
y anduvimos
Cada adoquín pronuncia tu nombre
retumba tu sombra en las callejuelas
en las tercas avenidas
en el sonido catedralicio
¿Son las ciudades
nuestros álbumes fotográficos?
¿Son los paisajes
la escenografía de nuestra memoria?
El viento se repite caprichosamente
v i e n e d e n u e v o (se repite)
Viene de nuevo a ocupar mi cama
me instruye me incita me provoca
Elaireesunadeclaracióndeamorpuestaentuslabios
la ropa sigue siendo el atajo para llegar al placer
y contagiarlo
En este espacio no hay Norma ni Derecho
sólo la imaginación amorosa
sólo las inquietas sombras que me diste
los indecibles hechos en que me amaste
Acá solamente existe y hay la presencia tuya
Los siglos de estas paredes
rezan tus gemidos
la cama vuela magistralmente
se sacude la pereza
de una habitación a otra, de un mundo al otro
Mientras tú gimes
y te das vuelta
para que ame el otro extremo
de la luna
Como si el mar estallara
en olas gigantescas
en agigantadas sombras
y voluminosas aguas
para que unas gotas alcanzaran su presencia
«La luna mojada por el mar» se llamaría
esa imagen de cabecera
De pezón a pezón
nuestro sexo
nuestras lenguas góticas

Me maravilla

Me maravilla
aislarme del mundo
en un breve clic O en un efímero hola

Me maravilla hallar lombrices junto a mi regadera
la forma de las güilas y el aroma de los lápices
y el ruido de mi cabecera

Estoy ahondando en las felices cosas
hechos simples que me rodean
que son bastiones de lo distinto

La vida me sabe a caramelo
los días son ventanas por donde entras
y me perfumas

Mientras yo permanezco quieto
viviendo el amor a montones y en silencio
La quietud y el silencio son los dones del deseo

Estoy feliz de tener agua caliente
y chocolates y de que dos músicos vengan
por la mañana a verme

Adoro estos lapsos de vida
en que uno es uno con la carne
con el tiempo, con las cigarras

Adoro las fracciones de la existencia
conectado al cosmos, donde todo gira
en la profunda droga que es la sonrisa

la felicidad es algo interior
(decía trilladamente ayer)
hoy insisto: vivo en el Int. 1

Me basta estar despierto
—el sueño es una forma de la muerte—
para estar despierto y vivo y coleando

Creo que puedo llegar lejos, lejos
volando y recitando
Recitando y muriendo

Uno es tan sólo la flama encendida
de cierto punto luminoso
en que arde la memoria

Las ciudades son el territorio del hombre

Las ciudades son el territorio del hombre
por ellas vaga y se espanta
bebe al descuido y a la impotencia

Cruza las calles y se corta las venas
transpira el hollín, se moja los zapatos
vuelve el rostro a la historia

Se malforma un carácter
que de cualquier manera no le pertenece
se angustia y se lamenta

Andar es el precipicio por donde marcha
a la locura, a la pulcritud del vacío
—su vida es una morada de frágiles naipes—

De substancias enlatadas se alimenta
por eso no hay abonos fértiles ni sombras verdes
o verdaderas alquimias que lo transformen todo

La vida del hombre es una putrefacción anticipada
una corrosión estereotipada y amañada
llena de llagas y dogmas perecederos

La humanidad está fornicando con el suicidio
se alaba a sí misma en nombre del propio hombre
y me da risa, me jacto de no pertenecerle

Me levanto
le cambio a alguien una moneda por unas monedas
Me sirvo un vaso de leche

Cojo de la alacena blanca un paquete de galletas
y vuelvo para escribir estos mini detalles
que me vuelven etéreo y sigo volando

Porque el viento pega en mi rostro
aunque no me mueva
y siga soñando la mismidad que me viene

Estoy ausente, leyendo la inmortalidad de Kundera
en esta mañana tierna ¡sí, es posible llamarle así!
lo atestiguan: la chica que me gusta a estas horas

los durmientes pasajeros del metrobús
las gentes (¡sí, se puede escribir así!) del otro lado del teléfono

Ayer pasé tres horas, muy pocas, lo sé
escuchando por internet a poetas hispanoamericanos
Muy dignos, muy aguerridos con su palabra

En esta vaporosa nube en que convergen
Kundera, la chica que me gusta por las mañanas, los dos Efraínes: Huerta y Bartolomé, Girondo, Vallejo

Sabines, Paz, Neruda, Nandino, Benedetti, Martí
Cernuda, Alonso, Machado, Cardenal y el puñado de amigos poetas que aún gozan de ser desconocidos

Aquí, en esta luminosa soledad
es que me acerco a la dicha de estar ausente
me siento vivo en los minúsculos detalles

Mis sentidos aparentan fortalecerse
veo mejor, aspiro formidablemente los aromas
mis manos tocan de mucho mejor manera

Y en todo ello, revuelto, admiro la vida
(incluso la mía) y me regocijo
porque hay poesía, poetas y gentes
y una chica que me gusta, y hay aire
Puedo leer lo que se me antoja
y tomar leche, acabarme las galletas
sin nadie que me vea
No tengo sueño (detesto tener sueño)
siento la piel erecta y el ánimo resuelto

En tanto mi cabello viaja al Sur
en una feliz caída libre
en una casualidad que me permite
estar alegre aunque el mundo, ya se sabe
me lo prohíba; incluso se enoje porque lo estoy
Pero qué importa, si yo aún gozo
de la inmortalidad y del derecho —irreductible—
a Volar
Porque si yo aprendí a volar
fue precisamente para eso: volar

(Léase como una oración)

(Léase como una oración)

Besana
arrástrame
penetra mi pesada sombra
hazme sonreír y callar



[tengo un tacto inalámbrico
con el que voy lejos
a tocarte. Estoy en tu piel
y siento los músculos de tu deseo]


El viento me lleva por encima de todo

de los lagos, de las rocas granizadas

del río y del bosque

Aún por encima del cielo

también por encima de las gargantas

y del fuego. Y de las cuevas

Los juguetes son los hinchados pezones

los alzados labios vaginales que lo dicen todo

todo, todo lo que es necesario y vulnerable:

las cuestiones felices, los inmortales hechos


[De cualquier modo tus signos son:
la maleza verde, la lluvia, la noche
el caminar engarzado, la sonrisa transparente
el viento]

El viento que me escucha
que me dice, que me interroga
es el mismo que te idolatra
el mismo que te quiere
el mismo que te construye

El viento no es inocuo
ni vacío ni estéril
Este viento es singular
permanente
casi se pronuncia
con vocablos que entenderíamos

Es el viento que me lleva
que me acerca aproximadamente
a la orilla tierna que eres
mujer del viento, sonora
ventisca de la humedad enamorada
Inquieta
porque son muchas las casualidades
que nos atrapan
muchas las sugerencias
que nos provocan

El viento es la total esperanza
un guardarropa que nos espera
que guardará nuestras ansias
y nuestras almas
Mientras nosotros, desnudos
abrigaremos, del uno al otro
la singular alegría de permanecer
penetrados, adentro, quietos
esperando la noche

Una noche larga que nos redime
que nos harta de amor
de palabras dulces
de actos heroicos, de excitaciones

Noches que son bisagras, compuertas
para llegar lejos y exhumarnos
el alma y los cuerpos
la voz y la mirada

El viento, el canto
la palabra, la pasión mordisqueada
Ya soy ahora de aire y vuelo
imagino que vuelo todo el tiempo
y lo hago, viajo y estoy dando vueltas
en un claro del bosque, en el cerro hueco
y libro mi batalla y te veo y te alcanzo

Tú también vuelas
Juntos volamos
y nos vamos

Poema: Uno es

Uno es
lo que al otro
bajo una silenciada noche

Así perduran los amores
en la fascinación de los rostros
y el encanto


Como dos sombras nos reptamos
debajo del cielo
en que anidaban las miradas

Nos encontramos porque ya nos habíamos soñado
—los sueños anteceden a las fantasías
y sobreviven a la memoria—

A pesar de los siglos y las costumbres
el amor perdura en su infinita agonía
y se vuelve uno y otro
viaja y sale y nos retorna

como retoños o como charcos de agua
No
como soles, sí, eso

así es la finita mirada de tus ojos
chispeante, cristalina
casi agua y verso
y por lo tanto deseo público
casi popular y democrático
como una agigantada maraca que suena y me envuelve, que me agita, que me hace con tu nombre
hombre
con tu tótem como un surfista girando
en el acuoso mareaje
de tus senos diletantes

Uno es la graciosa huída
la herida permanente
el peinado quemado
los hombros destapados

Uno es lo que quiere el otro
sin sus manos, sin su rostro
como labios purgantes
como dedos asesinos
Es que el amor no conoce de autoridades invisibles
el amor es más terreno
es más de necesidad primera
es surco y carbón
se abre y se quema uno

es siempre O casi siempre
la florecida imagen de una paisaje en erupción que nos redime
que insiste a voluntad ajena sacarnos y echarnos para fuera
como si fuéramos intrusos de un paraíso que SE VENDE
o se alquila pero que siempre
no nos dice nada y a cambio nos extiende un pagaré sin fronteras o sin resortes
la puerta de salida está clausurada con cerrojo y todo
sin extintores ni señalética ni sala de espera o de lectura
las curvas siguen siendo peligrosas
y no se adhieren las llantas al pavimento
no sin tu sombra ni tus párpados montañosos
ni los enjambres que son tus manos y el alboroto que hace tu cabello
y el fuego, siempre el juego
de tus manos

Por eso se quema uno
por estar siempre despierto
y siempre arañado
y constantemente expuesto
a la radioactividad
que producen tus poros
y tus pulmones

Y el bullicio que causa
tu sexo en erupción radiante
las cenizas volcánicas
que son la invisible carpa
con que a diario
se cubre el firmamento

tú volcánica
tú pasto calcinado
tú hormiga
tú hacedora de felices horas
de honrosas hechuras
de melodiosos actos
por donde el aire penetra
y me envuelve
y me hace sentir
que aún en el olvido
existe, es cierto
la identidad secreta de las cosas

Poema: Me siento feliz

Me siento feliz
como un casquete polar
igual que mi Campana de la independencia
como unos claros, transparentes ojos
que a fuerza de tanta dichosa sinceridad
dicen: eh, muchacho, acá

…Y yo, como un toro, avanzo
llego, te alcanzo y permanezco
frágil, sin fecha de caducidad
sin autoridad moral pero sin ripios que lo vuelven
todo un signo de interrogación
y que siempre, eternamente
destruyen, embalsaman
como si mi alma fuera una monja
lapidada, amada, preñada
y por eso tan pecadora
como tus senos o mis manos

vengo al juicio de las cosas
(y más que cosas: actos)
adicto, lúdico, didáctico
con guía de papelería cara

Y soy un extraño
me gustan las botas azules
y un necio:
me enamoro de ti cada vez que te veo
y te respiro
y siento tu rodilla y muslos a mi lado

Como el viento fresco y terco
como los sueños rápidos y profundos
que son mares y soles
y descanso
Por eso, estoy contento
porque el mundo me es ajeno
y gratuito
y yo canto como si este fin de semana fuera lo único que yo quisiera vivir eternamente

Claro, dicen, no se puede ser inmortal
ni absolutamente hermoso
ni tener poderes de ningún tipo
Tenemos a cambio
nuestras miradas, nuestras manos
lo esencial que es mirarse y hallarse
desnudos, casi transparentes, y por lo mismo
casi eternos e inmortales y poderosos
y grandes… aunque en el fondo
—como un oficio—
permanezcamos adolescentes
mudos, entregados en la distancia
con una mesa de por medio
y un mesero terco en hacerme comer
mientras yo sólo quiero conversar
y hacerme uno con la palabra en tus oídos

Poema: Tu boca es un pliego petitorio

Tu boca es un pliego petitorio
un sinfín de solicitudes
profundamente profanas
angulosamente incitantes

Tu boca es un sinónimo
para la necesidad de mi espíritu
porque sin ella yo soy menos que:
un par de zapatillas sin sus pies amados

Tu boca tiene la profundidad necesaria
la tibieza precisa y envolvente
la de cada hora y cada hombre
(por tus labios corre la propia vida)
simultánea
coqueta
incitante

Sin tu boca
el abrazo y el tiempo
son inútiles
como tan inútiles están mis manos
cuando no está tu cuerpo para esculpirlo
para arrancar la madera inservible de tus ropas
y dejarte alabastrina
encerada a empujones del deseo

Por eso te necesito
para no estar quieto
para quitarme de encima
toda esta corteza que me estorba

Necesito tu boca deslizante
la que jadea como vírgula del deseo
y destellante, iluminada de saliva
como una lluvia fresca que me sacude

Es cierto: no hay muchas bocas como la tuya

Tu boca es aún antorcha y pétalos
mordisco barroco y cadencia hinchada
porque tus labios son a mi cuerpo
como dos besanas que me cosecharán
a manos llenas
a tímpanos llenos
a cuerpos saturados del deseo

Poemas Narrativos

Poemas Narrativos

A veces, como saben o suponen, uno toma las nombradas rachas para crear, para perfilar cierto estilo o sentido. Casi siempre esto resulta temático. Esa circunstancia me ha ocurrido a lo largo de mis letras. Tengo un llamado a escribir estas historias, así, de esta manera, con este título y con el seudónimo de siempre: Emanuel Alvarado.


Desde ayer
(desde hace varios días para ser preciso)
he venido tocando el silbido de Silvio
Su canto poético me ha gustado desde siempre
desde que lo descubrí en una grabación magnetofónica
Su voz desde siempre mantiene el carácter de la libertad

Escuché que vendrá a mi patria e iré a verle
cantaré junto a miles Pequeña serena diurna
y un Ojalá que es nuestro himno
A veces intento escuchar a otros cantautores
y me gustan y me embriagan
pero ya borracho siempre regreso y lo escucho
me deleita sobremanera su canto
la trova impregnada de trópico y caña

Mis libros llevan el sello de su zafra
el machete tendido, tierno, que entiende
que se esmera en abrir la brecha
en acortar la distancia que nos separa
del olvido y la indecencia

Me gusta de veras escuchar sus ecos cubanos
su mirada perdida en el mar caribe
su lengua extraña del mundo y de la Extremadura
Silvio apóstol, silbante amigo

(a mí como a Borges con Neruda
me pasa curiosamente lo mismo contigo:
no necesito tu socialismo para escucharte
y sin embargo sé no podrías serlo sin su permiso)

Enarbolas una bandera grande, cosmopolita
—la revolución latinoamericana como sexto sentido—
encallas y te levantas con pedazos de piedra en las rodillas
y cantas y te elevas como un paraguas alfombrado y mágico

Nada es igual, todo es distinto
después de escucharte como consciencia social
como si tus letras fueran un comunicado esencial
una forma distinta de decir lo profundo
el pecado que es dedicarse a ser diferente
O al menos, a formar parte de una masa distinta
Una propuesta que canta y desvela
que sonríe y propone
que mata poco a poco el aburrimiento en que viene cayendo el mundo
y los asuntos del Estado permanente del pleonasmo y el egoísmo

Hoy necesitaba un abrazo fuerte

Hoy necesitaba un abrazo fuerte
me lo diste con tu mirada, a la distancia

En el cielo, los árboles se dibujaban en el viento
y sobre la tierra, nacían las nuevas flores de un jardincillo

Es por eso que escribo: para no estar ausente
y acercarme nítidamente a tu aroma
Que como sombra
me cubre de la mañana a la noche

(Los noches son otra forma de adorarte
por eso lo hago en el agudo silencio
En los corredores vacíos, en las butacas
de los cines, también vacíos)

(En los sueños agitados
en que te imagino inmediata, posible
tangible al gozo y a la experiencia)

(Los sueños en que te vuelves muñeca
y porcelana y glamour y arte amoroso.
Las imágenes de carne y lencería
y el rebozo de piel que me envuelve)

Tú que eres claridad y fuego sagrado, casi eterno
casi miel, casi ámbar, casi todas las cosas
—porque el deseo es una lista de encargos—
porque el amor sólo es posible inserto en la médula ósea
o en la consciencia, que es lo mismo
(de otra manera no podríamos andar)
(ni agitarnos ni imaginar al otro)

Tú que eres roca y diente
manos y pies volátiles
—lentejuela de un espejo,
brillando allá, siempre lejos y distante—

Séptima maravilla moderna
pedestal de jade y maderas
incrustadas en mi memoria

¡Eso eres carajo!

Eso eres en un púlpito etéreo desde el que te veo
discurrir la forma del tiempo
Y te elevas y sueñas
y yo duermo y me arrullo
en ese discurso tan tuyo y lejano
en el que me acuesto y murmuro invisiblemente
mi deseo y mis aullidos

…Es muy posible que a base de tanto esfuerzo
te traiga un buen día desde la memoria
y te ame de verdad
agarrado al colchón terso y blando
atento y gimiente que es tu cuerpo
y te haga el amor
como si me encontrara en el Guggenheim
de Bilbao y Matisse y Kandinsky y Rembrandt
matizaran nuestras figuras e hicieran amarnos
fuera de sus cuadros y la distancia
mujer fantasma
mujer deseada
mujer amada
mujer querida
mujer mujer mujer…
siempre mujer
siempre mujer
Mujer,mujer

Con esta fecha

Con esta fecha
(un día cualquiera en la memoria)
quisiera cantarte la importancia
que tienes para mí
…mientras la ciudad se confabula
para que te recuerde en su gente:
en los peinados clonados como tarabillas
en los pantalones usados de las chicas
en el moderno empeño de mostrar las caderas
—las cinturas desnudas como extensión
de los glúteos que quieren ser mostrados—…

La distancia, antes de que digas alguna cosa
no es más que una idea sin importancia a la velocidad del sonido
¿Sabías que las tarifas aéreas han bajado considerablemente?
¿Que los autos y las carreteras cada día son más y mejores?
¿Qué te puedo ver en mi teléfono?
¿Qué las computadoras transmiten tu voz?
de manera que puedo tenerte cerca
tan pronto se decida

Tu presencia en mi vida tiene la importancia del mármol que dejó Miguel Ángel en sus esculturas, tiene, la importancia de mi primer pasaporte y la de las runas con que espanto a todo lo que me da miedo. Eres un dintel alabastrado que deseo en la penumbra, a todas horas, porque lo que tú me brindas no es calor ni alegría sino la sustancia subjetiva con que me ha sido dado imaginar y soñar, crear e inventar, platicar y pensar.

Eres casi un fantasma, una sombra, un delirio esquizofrénico. Una puntual hora en medio del desierto, de la aurora, de las noches bohemias que son mis días. Porque tú eres la dieta diaria y lejana que me alegra el hoy y me alimenta. Porque sin ti, sin tu presencia, hace ya tiempo que yo hubiera dejado olvidado el monedero donde suelo poner los recuerdos. Y no quedaría más de mí que mis manos muertas escribiendo.

Te quiero por la delgada silueta que retengo en mi memoria como un rayo de luz que me da consciencia del deseo. Te pienso, como se repasan los víveres cuando voy de campamento: sin olvidar nada. Porque acampar contigo es meternos dentro de un sleeping recostados debajo del cielo mirando la profundidad del espacio —las estrellas como un juego didáctico, como una bola de plástico con múltiples caras para intentar meterlas.

Tienes la importancia de las velas y el aserrín. La importancia del viento. La importancia de una guitarra o un libro o un velero. Es decir, tienes la importancia de las cosas esenciales: un barquito de papel, un avioncito de papel, un dinosaurio de papel, una carta escrita a la vieja usanza: en papel perfumado. Otra vez, es decir: tienes la importancia de un material que se recicla, porque tú eres como una celulosa que me hace falta para terminar un libro.

3 años te he esperado, tres

3 años te he esperado, tres
como toros, como retos
igual de impacientes
tiritando de rabia
Navegando por doquier sin hallar nada
apenas una semilla o un germen
Un átomo que estalla en mi cabeza
y la quiebra, y la satura
y la envuelve en su marisma
Que quema y ahuyenta
como si desear fuera una tortura
y la espera un prolongado beso
nada marginal, nada ausente
como límpido aroma del estás aquí
ahora, eternamente
en la espera quemante
en el huidizo enjambre
que son tus manos multiplicadas
acariciándome
tomando lo que creen es de ellas
Y por eso se aferran y gimen
en la hora visceral del renacer
siempre
acadapasoquedamos como serpientes
enredados, infinitamente traspasados
como olientes combatientes
como guerreros kamasutranos
como peces en sábanas móviles y acuáticas
sembrando en las dunas cuánticas
de la espera
del abrazo esperado
del desesperado deseo
que es estar abrazados
acá en la distancia
(que se acorta):
a unos cuantos píxeles
a dos cuartas se encuentra de mis manos /
tu piel, que no es más que la alfombra mágica /
en la que volamos ondulando /
en las ráfagas del viento
Sigo pensando que de tu vuelo
depende la cita del tiempo
la frase preferida de la distancia
o el deseo que se esconde
en cada rincón de los labios
y en cada palabra que leo o que escribo
porque tú eres también
una forma de escribir la realidad
y también una manera de pensar
Porque entre tú y yo ya sólo queda
una mínima distancia
y ahí cabe, aún
la posibilidad infinita de tocarnos

Como plumas livianas

A Gavita García Vargas, con amor


Como plumas livianas
así tus besos
así tus brazos
como caricias de agua
—potable porque tú la haces posible—
casi nube, casi luz, casi siempre

Porque el amanecer
no es el mismo
sin tu rostro
sin las lágrimas que te brotan
cuando te beso después de mucho tiempo de ausencia

Tu cabello enredado en mis recuerdos
y el pequeño cuerpo que tienes
enredándose como yerba sobre el mío

O tus pisadas ligeras y torpes
danzando por toda la casa en rondines
—cuidando nuestras sombras y pensamientos—

Me impresiona el estoicismo con que nos abrazas
y el coraje que llevas en tus brazos
(Por ti, mis hijos y yo te seguiríamos a la guerra)

Tu mirada, tu esfuerzo, tu inteligencia
son los formas precisas de un quehacer cotidiano
que nos abriga y consuela

Porque tú eres la salvaguarda de este hogar
construido de sueños, de imaginación
porque los que aquí respiramos
vivimos del maíz que tuestas
y del arroz que remojas
para dárnoslo a beber en aguas frescas

Sí, tú, allá, siempre, todo el tiempo
marchando a cuestas con la esperanza
como un principito observando atardeceres
que son la respuesta diaria a tu vocación:
amarnos en la palabra
en la infantil imaginación
en la augusta felicidad de mi ser y de mis seres

Porque tú aunque no quieras
eres nuestro destino
la gran placenta que nos envuelve
el líquido amniótico que nos contiene
que nos da fuerza y calor

Que nos vuelve hombres cada día
(como si a diario nos dieses a luz)
y nos tendieras en tu regazo
y luego nos lanzaras a conquistar el mundo
—con las mochilas a cuestas
y los pantalones sujetos con cinturones de cuero—
desfilando como soldaditos de plomo

Tú que eres franca sonrisa
que llevas un manos libres cuando andas
para poder ocuparte a cada instante
de lo importante, de lo esencial
que son nuestras vidas
en tu presencia

Tú que apenas dejas tiempo para sí misma
que estudias de noche y a las velas
que miras las estrellas como si miraras personas
tú, que sabes de palabras y sonrisas
que eres mayúscula y consonante y vocal
cuando nos ves o nos tocas

Mientras nosotros permanecemos en silencio
en el estado en que nos sentidos supernaturales
y como tú, también miramos a las estrellas
y comenzamos a charlar como si fueran alguien

Y bebemos agua que nos haces y destilas
comemos tus alimentos-rituales y sagrados
nos entregamos al feliz entrenamiento de vivir
con una mujer que nos quiere libres, sin ataduras
porque sabe que no existe peor castigo
que ser prisionero de uno mismo

Nosotros somos libres gracias a ti
que nos abres la puerta todos los días
para que marchemos al destino
a nuestra vocación
que es ser sin que se sepa
porque lo contrario sería faltar a lo más elemental:
a la confianza que has puesto entre nosotros

De qué estamos hablando

De qué estamos hablando

de los colores o del tiempo

De las certificaciones ISO-9002

o de la lluvia y ese maderamen

en que soltarás tu cuerpo

entre mis manos y abrazos

Parece que en la poesía

aún queda tiempo para el amor

y también parece que los colores

suben su intensidad cada vez

que alguien se excita a la distancia

Y si es como dices que:

se te antoja tanto renacer en mis labios

y tener agujetas para amarrarme…

…entonces siempre habrá tiempo

y nos pondremos a colorear

el paisaje, las hojas y los cuerpos

aprenderemos tocando

e imitando la mímica silvestre

y amorosa de los adheridos

A besos nos pintaremos

como picassos en Barcelona

que no es otra cosa

que ser tocados por el arte

Y así tendrás tiempo

para tantas cosas que te hace falta decirme

porque si así no lo hicieres

entonces para mí la vida

sería un infinito desperdicio sin vos

Sin tu coraje ni tus idiomas

sin el vasto recorrer de los libros

ni sus estantes, ni sus fichas bibliográficas

De qué estamos hablando:

De los colores o el tiempo

de pintarte o de recorrerte

porque la distancia que media entre tú y yo

no es mas que el arco que dibuja

el iris en el horizonte

Y eso, tampoco es más

que seis boletos de peaje

o un pasaje de ida y vuelta

Nosotros vemos el aroma de tu cuerpo en ámbar

Nosotros vemos el aroma de tu cuerpo en ámbar

y tu piel la recordamos con cierto tono durazno

Los pensamientos tienen color amarillo

(en realidad son transparentes con filamentos dorados

como si fueran un campo eléctrico agitado)

El amor está coloreado de blanco

la pasión de rojo

la amistad de verde

La alegría sí es azul

los besos son violetas

los abrazos color de rosa

El llanto es gris

las palabras negras

los latidos morados

Los recuerdos aparecen en café y marrón

las nostalgias guindas

las esperas, cuando son placenteras: azules

cuando son de enojo: anaranjadas

Tienes razón con la teoría de los colores:

el mundo se ve más colorido

cuando lo piensas de esta manera

—es música pintada—

Te recuerdo, con un vestido azul

debajo del cielo

como mujer con sombrero

dentro de una portada

Y caminas, y todo se ilumina

con un rayo que te envuelve

en un abanico de azules oceánicos

Mientras yo transcribo:

«Las visiones nocturnas

de un chico en la bahía»

Y el azul del cielo me cobija

y el azul de tus párpados

me penetra, porque la inteligencia

también tiene tonos azules

como tu alegría y el francés que pronuncias

Minificciones

El primer clon

…Y nació el primer clon

y sus primeras palabras fueron:

—Meee, meeeee

Asesinato académico

¿Autor intelectual?

¿No les parece mucha exageración?

Las dos sopas

¡Aquí nomás hay de dos sopas!:

Yo reconozco que puedo estar equivocado.

Si tú reconoces que no tienes la razón.

Apenas me puedo imaginar

Apenas me puedo imaginar

que entre dos seres que se aman

no medien al menos unas palabras

Me es difícil imaginar

que los seres humanos borren

de sus recuerdos

los instantes más hermosos

¿O la felicidad les da miedo?

No sé, pero lo cierto

es que yo no puedo dejar

de imaginarte a mi lado

Al paso del viento

en la esencia de los detalles

en la intimidad que no es otra cosa

que la forma individual de vivir

Tú que eres lumbre y cántaro alegre

humo y vino

risas y lectura

Eres al menos la concatenación

de dos silbidos serranos

anunciando una permanente sonrisa

que llevo puesta por recordarte

porque entre tú y tu cuerpo

me tienen atrapado

como un pájaro

en una jaula tibia, suprema

agitada de día y revuelta de noche

tú, que eres viento fresco

tú, que me tendiste un abrazo

tú que te llamas así:

sencillamente como si en tu nombre

cupiera todo el universo

y las mareas

Y el resto de los seres

fueran el sol que alumbra tu rostro

Te retengo eclipsada

como un luna gigantesca y autónoma

como una flor en el desierto

como una tuna roja, profunda

dulce y miel, arena y mar

casi eres silencio, casi totalidad, casi un pensamiento

Esta mañana vi una fuga de pájaros

Esta mañana vi una fuga de pájaros

(eran mis problemas que escapaban volando)

me dejaron solo

huyeron como si mi cuerpo les fuera una cárcel

Me alegró esa fuga

—los reos comenzaban a incomodarme—

rápidamente me metí a las celdas vacías

puse en su lugar flores

que ahora florecen

en cada pensamiento

y en cada respiro que hago

Los pájaros se han marchado

hacia la nada

—espero que no vuelvan—

con sus pesados pasos

La prisión vuelve a ser lo de antes:

un cobertizo donde resguardarme

del sol quemante

de la lluvia ácida

del agua contaminada

del hollín

de las bocinas estúpidas de los automovilistas

El éxodo matutino de los pájaros

me dejó a mí solo con mi sombra

nosotros volaremos distinto

cada uno por su lado

en un canto preciso

Las mañanas ya no tendrán ese cuchicheo nefasto

ni tendremos que servir tantos platos

ni lavaremos las suciedades que dejaban

Pintaremos las paredes exageradamente

y luego pondremos pinturas famosas, exquisitas

Colocaré una ventana y una campana nuevas

voy a sonreír todo el tiempo

y a tocar la campana de alegría

Hoy hubo una fuga masiva de problemas

y curiosamente me han liberado a mí

que no soy más que la quinta parte de ellos

por eso sonrío, porque soy libre

y tengo una ventana nueva y sueno mi campana

Una respuesta para Mario

Mauro supo de dos cosas que no iban a cambiar en su vida: el gusto por las mujeres, y que no podría cumplirles; aunque el gusto fuera muy particular y ese incumplimiento un capricho involuntario. La última que vino a vivir con él se llamaba Laura. Lo dejó porque ya no aguantó tanta espera: desde la tarde hasta quién sabe qué otro día, cuando se ausentaba, para ir a visitar a una tal Susana, muy mentada entre los obreros por desnudarse en su propia casa a veinte pesos la entrada. (También se decía que por 500 uno podía hacer lo que fuera.)

Mauro era un hombre común, quizá por ello pasaban desapercibidos todos sus desencantos. Sólo hasta que se le trataba salían los matices de su carácter, que él jamás disimulaba. “Soy un hombre sincero”, solía fanfarronear cuando hablaba.

Laura se cansó en tratar de exprimirle caricias como jugo a un limón seco. La venció el sinsentido de sus afectos y el poco eco que a sus caricias hacía Mauro. La frescura con la que llegó a esa casa gris se le fue marchitando. Terminó como terminan las lechugas y el cilantro abandonados en el refrigerador: oxidada y falsamente arrugada. A los pocos meses de su llegada se dio cuenta de que ahí no cabía el futuro, de que no se pensaba en futuro y que el presente irremediablemente eran marchas olvidadas al pasado.

Hacer el amor no era el problema, sino la manera de darse. Ella se entregaba plena y él lleno, harto, siempre con olores ajenos. Con una tranquila y orgullosa erección que esperaba, mientras Laura (o cualquier otra) se meneaba hasta que el sudor exigido le escurriera por las mejillas e iba a caer sobre su pecho. Sólo entonces Mauro parecía interesarse, apenas así lograban conmoverlo. Porque si había una forma de disfrute para Mauro era verlas arriba, sudando desesperadas y contemplar sus caderas resorteando hasta que él lograba ver que unas gotas de sudor cayeran hasta su pecho. Nunca se preocupaba por saber si estas gotas eran lágrimas o sudor. De cualquier manera él consideraba terminado el «asunto». Laura no siempre logró determinar si Mauro gozaba. Él entraba y salía silencioso. Un silencio que le contagió y poco a poco fue acallando sus gemidos.

Laura acotó los momentos felices, se tatuó con recuerdos que se llevaría lejos. También anotaba en una libreta (de las que nunca llevó a la escuela) sus pensamientos amables de cuando un día Mauro le regaló flores y otro dulces. Escribiendo páginas y páginas con variaciones sobre esos dos temas: flores y dulces.

Cuando se marchó llevaba pocas cosas. Todos los muebles ya estaban a su llegada. Se fue con menos ropa de la que ingresó. Una ligera mochila de campaña constituyó su equipaje, como si siempre hubiera sabido que estaría de paso. La piel cargaba algunos recuerdos agradables; las posibilidades de lo que hubiera podido ser era lo que más hondo calaba. En la libreta llevaba su propio negocio: «Flores y Dulces Laura».

El tocador representaba para Mauro un periscopio. Terminó de tirar lo que había quedado y al día siguiente se presentó en la casa con Susana y ésta con las entradas de a veinte. Comenzó por abrir a los que se enteraron de su nuevo domicilio y tocaban a su puerta. Eran hombres que venían a verla, el júbilo pendenciero de esta gente les hacia extender despreocupadamente un billete a quien abriera. Mauro franqueaba la entrada, sedentario y silencioso los tomaba, luego se iba a un rincón y se sentaba a mirar el baile de Susana.

Después puso al menso de la colonia de portero, que terminó de cobrador cuando Mauro comenzó con sus ausencias. Al volver observaba con indiferencia a quien había ocupado su lugar en la cama. Desdeñaba el patetismo de los movimientos apresurados y las frases entrecortadas con las que los visitantes anónimos intentaban disculparse por estar con su señora. Él limitaba su convivencia con las mujeres a su manera silenciosa.

Susana se lo reprochó con el tiempo. «¡Qué no sientes nada?» entrepreguntaba histérica. A lo que Mauro respondía con una mirada de indiferencia y fastidio. Pero la bailarina no era como las mujeres que esperan su turno. Ella lo echaba a la cama siempre que tenía ganas y sin saberlo, no le consumaba el capricho de verla sudar, porque ella era de tierra cálida, de la costa húmeda y ardiente; por eso, el frío de la región no le hacía, siempre lo dijo así, «además yo retengo los líquidos», explicaba. Casi se ufanaba para ofender sin saberlo. El que sudaba era Mauro cada vez que se le montaba, porque sabía que esa hembra no se bajaría hasta que su carácter se tornara flácido, hasta que su tranquila y orgullosa erección cesara y a él se le escurriera el sudor desde adentro. Incluso llegó a lanzarle las pantaletas al pecho y gritar: «¡ahí tienes cabrón, acábatelas!», y se salía de la habitación contoneando su desnudez y riéndose.

Antes de marcharse Susana, de las pocas veces en que Mauro habló, le preguntó: «¿Por qué te acuestas con ellos?». Susana tardó un momento en contestar, se dio tiempo para decirle unas cosas con la mirada y luego respondió: «Porque ellos si sienten».

Aquella respuesta trascendió a la despedida y Mauro por primera vez en su vida hizo acopio de una mala memoria para recordar a Laura, a María, a Martha, a Flora, Lupita, Gloria, Yolanda, Carmen, Flor, Rosa, otra Lupita... a Susana no.

Llegó esa respuesta y ocupó todos los nombres que uno a uno se fueron diluyendo en su mala memoria. Porque la respuesta se convirtió en un cumplido que él nunca podría satisfacer.

© Emanuel Alvarado, COPYRIGHT 2007


Poema: No existe día más gris

No existe día más gris

en la memoria

que aquél bajo el cual

se desconoce nuestro destino

La incertidumbre es la peor desdicha

La más terrible manera de perderse

es tocar la certeza del fracaso

No existe alivio para el desamparado

ni calma ni tiempo ni locura

—en la desesperación no se puede imaginar—

La inquietud es la tortura del hombre pobre

en ella se le revuelve el estómago

y muere

La mayor prueba para un ser humano

se encuentra en la miseria

si escapa de ella su espíritu se vuelve victorioso

La pobreza es la herramienta precisa para trabajar

para escarbar al fondo del alma

Un termómetro para medir lo que somos

(la madera de la que estamos hechos)

: es la báscula que nos pondrá en algún sitio

para exhibirnos

para contar los que tenemos por dentro

La angustia de un hombre sin dinero

se percibe de una manera extraña:

siente que tiene las manos sucias

La miseria económica es un terrible castigo

dota a tus acreedores de terribles rostros

y a ti te suprime toda forma de verdor

El hombre que debe dinero

lleva una naturaleza muerta:

su espíritu está encadenado y sufre

El hombre debe sentir miedo a la pobreza

porque ella es la primera condición

para dejar lo que llamamos civilización

La pobreza es un castigo inhumano:

somete a las personas a sufrimientos

que vejan su razón y las vuelven un objeto…

Poema: Existen actos de verdadera inspiración


Existen actos de verdadera inspiración

actos que son expresiones de un mandato primitivo

casi antiguo, casi extinto, que perdura más allá de lo imposible...

Como un beso, que es un ente materializado

latente, imaginariamente preciso

Que acude a los labios o al pensamiento

una caricia que recorre, las leguas, las millas

la velocidad rodante de una camioneta roja

Los besos como ataduras y serpientes

como pinzas, como carbones prendidos

y linces que se quitan las comisuras como si vistieran prendas

Los besos que son redondos porque son correspondidos

porque en ellos hierven las salivas cultivables

entredientes, entre pedazos de carne caliente

que son fogonazos en el agua hirviendo

Los besos juntos o a distancia

los labios pronunciados:

anunciándose en letreros luminosos

como cornisas de un paisaje con tu nombre:

Los besos tienen llave y hambre

son como actos encarcelados

que desesperadamente quieren ser libres

No hay mayor libertad

que dejarse llevar por un beso

ahí es donde se entrega la vida

fundidos y confundidos

entre la maleza de sombras púbicas

Poemas del mañana


Libro de poemas.
Actualmente estoy preparando una nueva edición.
Próximamente se ampliará este contenido.

Cabos sueltos


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Piel interior


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Inventario


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Poema: Tú eres, si no la única

Tú eres, si no la única

la que me ha llamado guapo

de una manera inolvidable

Le pusiste un acento preciso

modulaste la voz con tu propio cuerpo

(puedo contar con tu agitación

cada vez que lo articulabas)

Entonces eres indispensable

como mis vasos de agua matinales

o mi café nocturno

Porque tú has dicho mi nombre

y mis palabras como una gitana

lo hace con las cartas

Por eso te recuerdo siempre:

pronunciando palabras

diciendo las cosas por su nombre

Poema: El viento que sacude mi cabello

El viento que sacude mi cabello

se trasforma en aire libertario

Hace de mí un Quijote

Me lleva lejos

hacia el mar

—A esa distancia se distinguen perfectamente las cosas—

Ante tal proximidad uno siente la humedad en todas partes

uno se convierte en vapor de agua

a manera de una locomotora hinchada, jadeante, impetuosa

El viento es una autopista sin peaje

te lleva a todas partes: a los detalles

a la minúscula esencia de las cosas

El viento todo lo atraviesa

penetra todos los cuerpos

(es el mayor amante olvidado)

O como dice fragmentadamente Fernanda

(el nombre no sería importante si no tuviera esos labios…):

«El aire me envuelve, cálido, en un abrazo divino,

me eleva hasta el cielo y me vuela...

…me sube al espacio donde todo se vuelve infinito

y como un vendaval satisfecho

me deposita en el pasto y yo aterrizo

descalza, húmeda de los pies a la cabeza»

El viento penetra todas las formas del ser

—incluso las más obtusas—

y lo revienta, lo reinventa, lo vuelve un reo

de su propia melancolía

El aire, dicen, es de todos…

me río satisfecho por mi parte

de saber que nosotros somos de él

como ninguna cosa lo es de nadie

Porque el aire entiende de dos cosas:

que no podemos estar sin él

y que es el mejor remedio contra los dolores de cabeza

Al aire poca gente lo entiende

casi nunca estamos listos para ello

normalmente lo atravesamos sin fijarnos

sin tomarlo en cuenta pasa a nuestro lado

Poema: El miedo tiene su origen en el sueño

El miedo tiene su origen en el sueño

cuando estás despierto y quieres morirte

—debajo del insomnio siempre habrá pavor—

Este día el paisaje es desagradable

(las preocupaciones tienen una manera terrible

de conquistar la calma)

A pesar de la claridad solariega

el ambiente se ve gris, casi verde

la amargura se ve por todas partes

Los problemas son puyas en mi lomo

por eso empujo fuerte y me resisto

—no moriré vencido sobre la arena—

Hoy no estoy bien: tengo problemas

ahogado, hasta el cuello, con dolor de cabeza

sueño que me saco la lotería

De pronto me alivio

me paré temprano

tomé un autobús

Caminé por la mañana

como si fuera una cuerda floja

Me dejé caer

Al vacío fui a parar

y no pasó nada

absolutamente nada

Aprendí la lección:

los problemas son una ilusión

para el desesperado

Más allá sólo queda el silencio

la pubertad libre del hombre feliz

que me propuse ser

Hay días silenciosos

y entre más silenciosos

más claros y más anchos

En el silencio y la claridad

las letras se ven más grandes

yo camino y me alejo

Poema: El viento siempre está presente

El viento siempre está presente

se parece a una cascada

a una interminable lumbre

El viento me huele y vigila

es como un pequeño duende

que me sigue, que me espera

El viento de la tarde se calcina

y luego llora, se agita y gime

sus ondas son como danzas de la lumbre

El viento trae nuestro nombre

(empuja nuestra espalda)

lo levanta y lo arrastra

Veo al viento a diario

cuando salgo y me pega en el rostro

cuando penetra en mi cuerpo

Cada vez que río o lloro

cuando agita mi cabello

y lo vuela hacia la luna

El viento de mis pasos o los tuyos

el viento pegando fuerte

el viento aquí abajo o allá arriba —volando—

El viento que lo hace todo

que olvida pronto

amable, que se santigua

El viento todopoderoso que nos echa de las casas

que es juez y parte porque penetra en todas partes

en cada casa y cosa siempre

El viento es un pertinaz aprendiz de todo

un maestro del olvido, de lo ajeno

de lo ausente que es estar presente

El viento, mágico que me envuelve

porque no me traiciona

porque cada vez que lo necesito se aparece

El aire ventilado de la paz

en la calma sagrada que es el paisaje

de la ventana abierta de mi casa

por donde veo y respiro

y advierto que todavía

no es nada

La escritura a través de Internet

Cuando compré mi primera computadora y me acerqué a los chat, me sorprendió la manera en que las personas de todas las edades escribían. Me resistí a escribir así, fue como un acto de protesta, no sólo por mi profesión de escritor (en la que todas las formas relacionadas con el lenguaje tienen importancia para uno), lo hice también por dignidad, por coraje, por rebeldía.
Yo supuse que la habilidad de escritura aumentaría y se generalizaría en el mundo entero; que escribir con corrección sería casi un requisito exigido... Y no, resultó un fracaso. Veo con gusto que algunas páginas ya exigen a los usuarios escribir con propiedad. Espero que esa tendencia vaya en aumento y todos los usuarios-lectores gocemos de una mejor manera la información que encontramos.
A veces, cuando chateo con mis sobrinos les pido que quiten tantas animaciones que vuelven ilegibles todos sus textos. Afortunadamente me han hecho caso.
Escribir bien (tratar de hacerlo) cuesta esfuerzo, exige un trabajo intelectual y movimientos ágiles de una habilidad manual ejercitada, sé que resulta mucho más sencillo el contagio de lo común, pero ¿acaso no es la búsqueda del hombre universal el progreso?
Ojalá esta reflexión los invite a mejorar su escritura en el futuro.

LA CERVANTA, sala de lectura

El nombre de mi sala de lectura se deriva de una anécdota registrada en los Archivos Reales españoles. Ahí se menciona a Miguel de Cervantes. La cosa pasó así: Un noble es herido en la calle donde vivía Cervantes, el hombre pidió ayuda a su puerta y fue socorrido por las mujeres que vivían con él (su tía, una hermana, una sobrina), mismas a las que se les da el sobrenombre de cervantas en la querella (según esto por "prodigar a los hombres alguna caricia a cambio de dinero"). El hecho me pareció bastante curioso. Me imagino a don Miguel de Cervante Saavedra escribiendo la segunda parte del Quijote en medio de esos servicios, comiendo de ellos... Más adelante presentaré los eventos gratuitos que tengo en La Cervanta.

El libro que estoy leyendo

La inmortalidad, de Milan Kundera

Mi relación con este libro es extraña. Comenzó de manera casual. Acompañé a un querido amigo, Juan Pablo Castro, a una tienda de discos y ahí lo compré, estaba usado. A los pocos días de esa compra viajé a España y lo llevé para leerlo durante el vuelo trasatlántico. Me dormí. Un mes lo traje por el Norte de España y nada... me era imposible comenzar apenas.
Eso ocurrió en el 2002, en los últimos cinco había intentado leerlo sin conseguirlo. Debo decir que Kundera es uno de mis autores preferidos; así que ese fenómeno de no-lectura me resultaba terrible.
Por fin, con muchas interrupciones, llevo leídas 259 páginas de sus 412. Les prometo mi comentario para cuando lo termine.

Poema: Hoy vi a una pareja caminar sin prisa

Hoy vi a una pareja caminar sin prisa

y también, por primera vez

le di un baño de sol a mi hijo

El cielo estaba lleno de tonalidades azules

profundas, claras

las nubes algodonadas y gigantescas

algunas profundamente blancas

otras cargadas de agua

el aire fresco, casi frío

Ayer llovió intensamente

agua helada, viento fuerte

nosotros asando arrachera

festejábamos a un emigrante

él asaba carne y tomaba cerveza

mi hermano lo acompañaba

los otros comíamos la carne

y bebíamos sodas

la tarde era jugosa y risueña

la obviedad estaba en todas partes:

en el chorizo asado

en el café de olla quemado

en la conversación canonizada

en el actuar de la gente

Los rostros alumbraban el día

como carbones rojizos

las sonrisas fueron el combustible

en que consumimos la tertulia

agradable en la que se nos vino la melancolía

Llegó la noche

y con ella el sueño

en que nos fugamos a la fortuna

a la fantasía que es vivir doblemente

en sí mismos, y en los otros