El viento siempre está presente
se parece a una cascada
a una interminable lumbre
El viento me huele y vigila
es como un pequeño duende
que me sigue, que me espera
El viento de la tarde se calcina
y luego llora, se agita y gime
sus ondas son como danzas de la lumbre
El viento trae nuestro nombre
(empuja nuestra espalda)
lo levanta y lo arrastra
Veo al viento a diario
cuando salgo y me pega en el rostro
cuando penetra en mi cuerpo
Cada vez que río o lloro
cuando agita mi cabello
y lo vuela hacia la luna
El viento de mis pasos o los tuyos
el viento pegando fuerte
el viento aquí abajo o allá arriba —volando—
El viento que lo hace todo
que olvida pronto
amable, que se santigua
El viento todopoderoso que nos echa de las casas
que es juez y parte porque penetra en todas partes
en cada casa y cosa siempre
El viento es un pertinaz aprendiz de todo
un maestro del olvido, de lo ajeno
de lo ausente que es estar presente
El viento, mágico que me envuelve
porque no me traiciona
porque cada vez que lo necesito se aparece
El aire ventilado de la paz
en la calma sagrada que es el paisaje
de la ventana abierta de mi casa
por donde veo y respiro
y advierto que todavía
no es nada