De qué estamos hablando

De qué estamos hablando

de los colores o del tiempo

De las certificaciones ISO-9002

o de la lluvia y ese maderamen

en que soltarás tu cuerpo

entre mis manos y abrazos

Parece que en la poesía

aún queda tiempo para el amor

y también parece que los colores

suben su intensidad cada vez

que alguien se excita a la distancia

Y si es como dices que:

se te antoja tanto renacer en mis labios

y tener agujetas para amarrarme…

…entonces siempre habrá tiempo

y nos pondremos a colorear

el paisaje, las hojas y los cuerpos

aprenderemos tocando

e imitando la mímica silvestre

y amorosa de los adheridos

A besos nos pintaremos

como picassos en Barcelona

que no es otra cosa

que ser tocados por el arte

Y así tendrás tiempo

para tantas cosas que te hace falta decirme

porque si así no lo hicieres

entonces para mí la vida

sería un infinito desperdicio sin vos

Sin tu coraje ni tus idiomas

sin el vasto recorrer de los libros

ni sus estantes, ni sus fichas bibliográficas

De qué estamos hablando:

De los colores o el tiempo

de pintarte o de recorrerte

porque la distancia que media entre tú y yo

no es mas que el arco que dibuja

el iris en el horizonte

Y eso, tampoco es más

que seis boletos de peaje

o un pasaje de ida y vuelta

Nosotros vemos el aroma de tu cuerpo en ámbar

Nosotros vemos el aroma de tu cuerpo en ámbar

y tu piel la recordamos con cierto tono durazno

Los pensamientos tienen color amarillo

(en realidad son transparentes con filamentos dorados

como si fueran un campo eléctrico agitado)

El amor está coloreado de blanco

la pasión de rojo

la amistad de verde

La alegría sí es azul

los besos son violetas

los abrazos color de rosa

El llanto es gris

las palabras negras

los latidos morados

Los recuerdos aparecen en café y marrón

las nostalgias guindas

las esperas, cuando son placenteras: azules

cuando son de enojo: anaranjadas

Tienes razón con la teoría de los colores:

el mundo se ve más colorido

cuando lo piensas de esta manera

—es música pintada—

Te recuerdo, con un vestido azul

debajo del cielo

como mujer con sombrero

dentro de una portada

Y caminas, y todo se ilumina

con un rayo que te envuelve

en un abanico de azules oceánicos

Mientras yo transcribo:

«Las visiones nocturnas

de un chico en la bahía»

Y el azul del cielo me cobija

y el azul de tus párpados

me penetra, porque la inteligencia

también tiene tonos azules

como tu alegría y el francés que pronuncias

Minificciones

El primer clon

…Y nació el primer clon

y sus primeras palabras fueron:

—Meee, meeeee

Asesinato académico

¿Autor intelectual?

¿No les parece mucha exageración?

Las dos sopas

¡Aquí nomás hay de dos sopas!:

Yo reconozco que puedo estar equivocado.

Si tú reconoces que no tienes la razón.

Apenas me puedo imaginar

Apenas me puedo imaginar

que entre dos seres que se aman

no medien al menos unas palabras

Me es difícil imaginar

que los seres humanos borren

de sus recuerdos

los instantes más hermosos

¿O la felicidad les da miedo?

No sé, pero lo cierto

es que yo no puedo dejar

de imaginarte a mi lado

Al paso del viento

en la esencia de los detalles

en la intimidad que no es otra cosa

que la forma individual de vivir

Tú que eres lumbre y cántaro alegre

humo y vino

risas y lectura

Eres al menos la concatenación

de dos silbidos serranos

anunciando una permanente sonrisa

que llevo puesta por recordarte

porque entre tú y tu cuerpo

me tienen atrapado

como un pájaro

en una jaula tibia, suprema

agitada de día y revuelta de noche

tú, que eres viento fresco

tú, que me tendiste un abrazo

tú que te llamas así:

sencillamente como si en tu nombre

cupiera todo el universo

y las mareas

Y el resto de los seres

fueran el sol que alumbra tu rostro

Te retengo eclipsada

como un luna gigantesca y autónoma

como una flor en el desierto

como una tuna roja, profunda

dulce y miel, arena y mar

casi eres silencio, casi totalidad, casi un pensamiento

Esta mañana vi una fuga de pájaros

Esta mañana vi una fuga de pájaros

(eran mis problemas que escapaban volando)

me dejaron solo

huyeron como si mi cuerpo les fuera una cárcel

Me alegró esa fuga

—los reos comenzaban a incomodarme—

rápidamente me metí a las celdas vacías

puse en su lugar flores

que ahora florecen

en cada pensamiento

y en cada respiro que hago

Los pájaros se han marchado

hacia la nada

—espero que no vuelvan—

con sus pesados pasos

La prisión vuelve a ser lo de antes:

un cobertizo donde resguardarme

del sol quemante

de la lluvia ácida

del agua contaminada

del hollín

de las bocinas estúpidas de los automovilistas

El éxodo matutino de los pájaros

me dejó a mí solo con mi sombra

nosotros volaremos distinto

cada uno por su lado

en un canto preciso

Las mañanas ya no tendrán ese cuchicheo nefasto

ni tendremos que servir tantos platos

ni lavaremos las suciedades que dejaban

Pintaremos las paredes exageradamente

y luego pondremos pinturas famosas, exquisitas

Colocaré una ventana y una campana nuevas

voy a sonreír todo el tiempo

y a tocar la campana de alegría

Hoy hubo una fuga masiva de problemas

y curiosamente me han liberado a mí

que no soy más que la quinta parte de ellos

por eso sonrío, porque soy libre

y tengo una ventana nueva y sueno mi campana

Una respuesta para Mario

Mauro supo de dos cosas que no iban a cambiar en su vida: el gusto por las mujeres, y que no podría cumplirles; aunque el gusto fuera muy particular y ese incumplimiento un capricho involuntario. La última que vino a vivir con él se llamaba Laura. Lo dejó porque ya no aguantó tanta espera: desde la tarde hasta quién sabe qué otro día, cuando se ausentaba, para ir a visitar a una tal Susana, muy mentada entre los obreros por desnudarse en su propia casa a veinte pesos la entrada. (También se decía que por 500 uno podía hacer lo que fuera.)

Mauro era un hombre común, quizá por ello pasaban desapercibidos todos sus desencantos. Sólo hasta que se le trataba salían los matices de su carácter, que él jamás disimulaba. “Soy un hombre sincero”, solía fanfarronear cuando hablaba.

Laura se cansó en tratar de exprimirle caricias como jugo a un limón seco. La venció el sinsentido de sus afectos y el poco eco que a sus caricias hacía Mauro. La frescura con la que llegó a esa casa gris se le fue marchitando. Terminó como terminan las lechugas y el cilantro abandonados en el refrigerador: oxidada y falsamente arrugada. A los pocos meses de su llegada se dio cuenta de que ahí no cabía el futuro, de que no se pensaba en futuro y que el presente irremediablemente eran marchas olvidadas al pasado.

Hacer el amor no era el problema, sino la manera de darse. Ella se entregaba plena y él lleno, harto, siempre con olores ajenos. Con una tranquila y orgullosa erección que esperaba, mientras Laura (o cualquier otra) se meneaba hasta que el sudor exigido le escurriera por las mejillas e iba a caer sobre su pecho. Sólo entonces Mauro parecía interesarse, apenas así lograban conmoverlo. Porque si había una forma de disfrute para Mauro era verlas arriba, sudando desesperadas y contemplar sus caderas resorteando hasta que él lograba ver que unas gotas de sudor cayeran hasta su pecho. Nunca se preocupaba por saber si estas gotas eran lágrimas o sudor. De cualquier manera él consideraba terminado el «asunto». Laura no siempre logró determinar si Mauro gozaba. Él entraba y salía silencioso. Un silencio que le contagió y poco a poco fue acallando sus gemidos.

Laura acotó los momentos felices, se tatuó con recuerdos que se llevaría lejos. También anotaba en una libreta (de las que nunca llevó a la escuela) sus pensamientos amables de cuando un día Mauro le regaló flores y otro dulces. Escribiendo páginas y páginas con variaciones sobre esos dos temas: flores y dulces.

Cuando se marchó llevaba pocas cosas. Todos los muebles ya estaban a su llegada. Se fue con menos ropa de la que ingresó. Una ligera mochila de campaña constituyó su equipaje, como si siempre hubiera sabido que estaría de paso. La piel cargaba algunos recuerdos agradables; las posibilidades de lo que hubiera podido ser era lo que más hondo calaba. En la libreta llevaba su propio negocio: «Flores y Dulces Laura».

El tocador representaba para Mauro un periscopio. Terminó de tirar lo que había quedado y al día siguiente se presentó en la casa con Susana y ésta con las entradas de a veinte. Comenzó por abrir a los que se enteraron de su nuevo domicilio y tocaban a su puerta. Eran hombres que venían a verla, el júbilo pendenciero de esta gente les hacia extender despreocupadamente un billete a quien abriera. Mauro franqueaba la entrada, sedentario y silencioso los tomaba, luego se iba a un rincón y se sentaba a mirar el baile de Susana.

Después puso al menso de la colonia de portero, que terminó de cobrador cuando Mauro comenzó con sus ausencias. Al volver observaba con indiferencia a quien había ocupado su lugar en la cama. Desdeñaba el patetismo de los movimientos apresurados y las frases entrecortadas con las que los visitantes anónimos intentaban disculparse por estar con su señora. Él limitaba su convivencia con las mujeres a su manera silenciosa.

Susana se lo reprochó con el tiempo. «¡Qué no sientes nada?» entrepreguntaba histérica. A lo que Mauro respondía con una mirada de indiferencia y fastidio. Pero la bailarina no era como las mujeres que esperan su turno. Ella lo echaba a la cama siempre que tenía ganas y sin saberlo, no le consumaba el capricho de verla sudar, porque ella era de tierra cálida, de la costa húmeda y ardiente; por eso, el frío de la región no le hacía, siempre lo dijo así, «además yo retengo los líquidos», explicaba. Casi se ufanaba para ofender sin saberlo. El que sudaba era Mauro cada vez que se le montaba, porque sabía que esa hembra no se bajaría hasta que su carácter se tornara flácido, hasta que su tranquila y orgullosa erección cesara y a él se le escurriera el sudor desde adentro. Incluso llegó a lanzarle las pantaletas al pecho y gritar: «¡ahí tienes cabrón, acábatelas!», y se salía de la habitación contoneando su desnudez y riéndose.

Antes de marcharse Susana, de las pocas veces en que Mauro habló, le preguntó: «¿Por qué te acuestas con ellos?». Susana tardó un momento en contestar, se dio tiempo para decirle unas cosas con la mirada y luego respondió: «Porque ellos si sienten».

Aquella respuesta trascendió a la despedida y Mauro por primera vez en su vida hizo acopio de una mala memoria para recordar a Laura, a María, a Martha, a Flora, Lupita, Gloria, Yolanda, Carmen, Flor, Rosa, otra Lupita... a Susana no.

Llegó esa respuesta y ocupó todos los nombres que uno a uno se fueron diluyendo en su mala memoria. Porque la respuesta se convirtió en un cumplido que él nunca podría satisfacer.

© Emanuel Alvarado, COPYRIGHT 2007


Poema: No existe día más gris

No existe día más gris

en la memoria

que aquél bajo el cual

se desconoce nuestro destino

La incertidumbre es la peor desdicha

La más terrible manera de perderse

es tocar la certeza del fracaso

No existe alivio para el desamparado

ni calma ni tiempo ni locura

—en la desesperación no se puede imaginar—

La inquietud es la tortura del hombre pobre

en ella se le revuelve el estómago

y muere

La mayor prueba para un ser humano

se encuentra en la miseria

si escapa de ella su espíritu se vuelve victorioso

La pobreza es la herramienta precisa para trabajar

para escarbar al fondo del alma

Un termómetro para medir lo que somos

(la madera de la que estamos hechos)

: es la báscula que nos pondrá en algún sitio

para exhibirnos

para contar los que tenemos por dentro

La angustia de un hombre sin dinero

se percibe de una manera extraña:

siente que tiene las manos sucias

La miseria económica es un terrible castigo

dota a tus acreedores de terribles rostros

y a ti te suprime toda forma de verdor

El hombre que debe dinero

lleva una naturaleza muerta:

su espíritu está encadenado y sufre

El hombre debe sentir miedo a la pobreza

porque ella es la primera condición

para dejar lo que llamamos civilización

La pobreza es un castigo inhumano:

somete a las personas a sufrimientos

que vejan su razón y las vuelven un objeto…

Poema: Existen actos de verdadera inspiración


Existen actos de verdadera inspiración

actos que son expresiones de un mandato primitivo

casi antiguo, casi extinto, que perdura más allá de lo imposible...

Como un beso, que es un ente materializado

latente, imaginariamente preciso

Que acude a los labios o al pensamiento

una caricia que recorre, las leguas, las millas

la velocidad rodante de una camioneta roja

Los besos como ataduras y serpientes

como pinzas, como carbones prendidos

y linces que se quitan las comisuras como si vistieran prendas

Los besos que son redondos porque son correspondidos

porque en ellos hierven las salivas cultivables

entredientes, entre pedazos de carne caliente

que son fogonazos en el agua hirviendo

Los besos juntos o a distancia

los labios pronunciados:

anunciándose en letreros luminosos

como cornisas de un paisaje con tu nombre:

Los besos tienen llave y hambre

son como actos encarcelados

que desesperadamente quieren ser libres

No hay mayor libertad

que dejarse llevar por un beso

ahí es donde se entrega la vida

fundidos y confundidos

entre la maleza de sombras púbicas

Poemas del mañana


Libro de poemas.
Actualmente estoy preparando una nueva edición.
Próximamente se ampliará este contenido.

Cabos sueltos


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Piel interior


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Inventario


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Poema: Tú eres, si no la única

Tú eres, si no la única

la que me ha llamado guapo

de una manera inolvidable

Le pusiste un acento preciso

modulaste la voz con tu propio cuerpo

(puedo contar con tu agitación

cada vez que lo articulabas)

Entonces eres indispensable

como mis vasos de agua matinales

o mi café nocturno

Porque tú has dicho mi nombre

y mis palabras como una gitana

lo hace con las cartas

Por eso te recuerdo siempre:

pronunciando palabras

diciendo las cosas por su nombre

Poema: El viento que sacude mi cabello

El viento que sacude mi cabello

se trasforma en aire libertario

Hace de mí un Quijote

Me lleva lejos

hacia el mar

—A esa distancia se distinguen perfectamente las cosas—

Ante tal proximidad uno siente la humedad en todas partes

uno se convierte en vapor de agua

a manera de una locomotora hinchada, jadeante, impetuosa

El viento es una autopista sin peaje

te lleva a todas partes: a los detalles

a la minúscula esencia de las cosas

El viento todo lo atraviesa

penetra todos los cuerpos

(es el mayor amante olvidado)

O como dice fragmentadamente Fernanda

(el nombre no sería importante si no tuviera esos labios…):

«El aire me envuelve, cálido, en un abrazo divino,

me eleva hasta el cielo y me vuela...

…me sube al espacio donde todo se vuelve infinito

y como un vendaval satisfecho

me deposita en el pasto y yo aterrizo

descalza, húmeda de los pies a la cabeza»

El viento penetra todas las formas del ser

—incluso las más obtusas—

y lo revienta, lo reinventa, lo vuelve un reo

de su propia melancolía

El aire, dicen, es de todos…

me río satisfecho por mi parte

de saber que nosotros somos de él

como ninguna cosa lo es de nadie

Porque el aire entiende de dos cosas:

que no podemos estar sin él

y que es el mejor remedio contra los dolores de cabeza

Al aire poca gente lo entiende

casi nunca estamos listos para ello

normalmente lo atravesamos sin fijarnos

sin tomarlo en cuenta pasa a nuestro lado

Poema: El miedo tiene su origen en el sueño

El miedo tiene su origen en el sueño

cuando estás despierto y quieres morirte

—debajo del insomnio siempre habrá pavor—

Este día el paisaje es desagradable

(las preocupaciones tienen una manera terrible

de conquistar la calma)

A pesar de la claridad solariega

el ambiente se ve gris, casi verde

la amargura se ve por todas partes

Los problemas son puyas en mi lomo

por eso empujo fuerte y me resisto

—no moriré vencido sobre la arena—

Hoy no estoy bien: tengo problemas

ahogado, hasta el cuello, con dolor de cabeza

sueño que me saco la lotería

De pronto me alivio

me paré temprano

tomé un autobús

Caminé por la mañana

como si fuera una cuerda floja

Me dejé caer

Al vacío fui a parar

y no pasó nada

absolutamente nada

Aprendí la lección:

los problemas son una ilusión

para el desesperado

Más allá sólo queda el silencio

la pubertad libre del hombre feliz

que me propuse ser

Hay días silenciosos

y entre más silenciosos

más claros y más anchos

En el silencio y la claridad

las letras se ven más grandes

yo camino y me alejo

Poema: El viento siempre está presente

El viento siempre está presente

se parece a una cascada

a una interminable lumbre

El viento me huele y vigila

es como un pequeño duende

que me sigue, que me espera

El viento de la tarde se calcina

y luego llora, se agita y gime

sus ondas son como danzas de la lumbre

El viento trae nuestro nombre

(empuja nuestra espalda)

lo levanta y lo arrastra

Veo al viento a diario

cuando salgo y me pega en el rostro

cuando penetra en mi cuerpo

Cada vez que río o lloro

cuando agita mi cabello

y lo vuela hacia la luna

El viento de mis pasos o los tuyos

el viento pegando fuerte

el viento aquí abajo o allá arriba —volando—

El viento que lo hace todo

que olvida pronto

amable, que se santigua

El viento todopoderoso que nos echa de las casas

que es juez y parte porque penetra en todas partes

en cada casa y cosa siempre

El viento es un pertinaz aprendiz de todo

un maestro del olvido, de lo ajeno

de lo ausente que es estar presente

El viento, mágico que me envuelve

porque no me traiciona

porque cada vez que lo necesito se aparece

El aire ventilado de la paz

en la calma sagrada que es el paisaje

de la ventana abierta de mi casa

por donde veo y respiro

y advierto que todavía

no es nada

La escritura a través de Internet

Cuando compré mi primera computadora y me acerqué a los chat, me sorprendió la manera en que las personas de todas las edades escribían. Me resistí a escribir así, fue como un acto de protesta, no sólo por mi profesión de escritor (en la que todas las formas relacionadas con el lenguaje tienen importancia para uno), lo hice también por dignidad, por coraje, por rebeldía.
Yo supuse que la habilidad de escritura aumentaría y se generalizaría en el mundo entero; que escribir con corrección sería casi un requisito exigido... Y no, resultó un fracaso. Veo con gusto que algunas páginas ya exigen a los usuarios escribir con propiedad. Espero que esa tendencia vaya en aumento y todos los usuarios-lectores gocemos de una mejor manera la información que encontramos.
A veces, cuando chateo con mis sobrinos les pido que quiten tantas animaciones que vuelven ilegibles todos sus textos. Afortunadamente me han hecho caso.
Escribir bien (tratar de hacerlo) cuesta esfuerzo, exige un trabajo intelectual y movimientos ágiles de una habilidad manual ejercitada, sé que resulta mucho más sencillo el contagio de lo común, pero ¿acaso no es la búsqueda del hombre universal el progreso?
Ojalá esta reflexión los invite a mejorar su escritura en el futuro.

LA CERVANTA, sala de lectura

El nombre de mi sala de lectura se deriva de una anécdota registrada en los Archivos Reales españoles. Ahí se menciona a Miguel de Cervantes. La cosa pasó así: Un noble es herido en la calle donde vivía Cervantes, el hombre pidió ayuda a su puerta y fue socorrido por las mujeres que vivían con él (su tía, una hermana, una sobrina), mismas a las que se les da el sobrenombre de cervantas en la querella (según esto por "prodigar a los hombres alguna caricia a cambio de dinero"). El hecho me pareció bastante curioso. Me imagino a don Miguel de Cervante Saavedra escribiendo la segunda parte del Quijote en medio de esos servicios, comiendo de ellos... Más adelante presentaré los eventos gratuitos que tengo en La Cervanta.

El libro que estoy leyendo

La inmortalidad, de Milan Kundera

Mi relación con este libro es extraña. Comenzó de manera casual. Acompañé a un querido amigo, Juan Pablo Castro, a una tienda de discos y ahí lo compré, estaba usado. A los pocos días de esa compra viajé a España y lo llevé para leerlo durante el vuelo trasatlántico. Me dormí. Un mes lo traje por el Norte de España y nada... me era imposible comenzar apenas.
Eso ocurrió en el 2002, en los últimos cinco había intentado leerlo sin conseguirlo. Debo decir que Kundera es uno de mis autores preferidos; así que ese fenómeno de no-lectura me resultaba terrible.
Por fin, con muchas interrupciones, llevo leídas 259 páginas de sus 412. Les prometo mi comentario para cuando lo termine.

Poema: Hoy vi a una pareja caminar sin prisa

Hoy vi a una pareja caminar sin prisa

y también, por primera vez

le di un baño de sol a mi hijo

El cielo estaba lleno de tonalidades azules

profundas, claras

las nubes algodonadas y gigantescas

algunas profundamente blancas

otras cargadas de agua

el aire fresco, casi frío

Ayer llovió intensamente

agua helada, viento fuerte

nosotros asando arrachera

festejábamos a un emigrante

él asaba carne y tomaba cerveza

mi hermano lo acompañaba

los otros comíamos la carne

y bebíamos sodas

la tarde era jugosa y risueña

la obviedad estaba en todas partes:

en el chorizo asado

en el café de olla quemado

en la conversación canonizada

en el actuar de la gente

Los rostros alumbraban el día

como carbones rojizos

las sonrisas fueron el combustible

en que consumimos la tertulia

agradable en la que se nos vino la melancolía

Llegó la noche

y con ella el sueño

en que nos fugamos a la fortuna

a la fantasía que es vivir doblemente

en sí mismos, y en los otros