Producción literaria del Taller de Poesía Namox

Como leños ardientes

así las manos y sus muslos

crepitantes


Un aliento húmedo

como de ojos chispeantes

llenaba su voz agitada y dulce


Apenas supe su nombre

pero aprendí sus latidos

Sus pasos quedos y descalzos

las danzas polinesias en mis ojos


–Quédate quieto –murmuraba–

y con su cuerpo repetía:

mira cómo bailo

cómo muevo mi carne

para que tú la veas


Fue una noche

(y un amanecer si se quiere)

donde aprendí que las fogatas

también bailan

y te penetran


©Emanuel Alvarado